Encantamiento en colectivo
Gonzalo de Pedro Amatria
Hay pájaros, muchos pájaros en la tercera y última parte de la trilogía que Miguel Gomes presentó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, bajo el título de As mil e uma noites. Hay muchos pájaros en una película que no es solo la tercera parte de una trilogía, que no es un resumen de las otras dos, sino una propuesta cinematográfica en sí misma. Y quizás la más libre de una trilogía que reivindica de forma evidente la locura, la libertad, el error, el disparate, y el goce, el ecantamiento, frente a la grisura, la tristeza, la formalidad y las políticas económicas sustentadas en el dolor ajeno. Hay muchos pájaros, y la metáfora podría ser fácil, y también errónea: los pájaros son esos animales fáciles de leer en clave simbólica como imágenes de la libertad, el escape, el vuelo libre y sin amo. Pero Gomes, encantador inteligente, no cae en la trampa fácil de la metáfora barata, y lo que propone en este tercer volúmen, llamado así O Encantado, es un encantamiento colectivo para conjurar los embates del mal: uno, dos, tres. Hipnotizados.
La gran parte de esta película, casi cincuenta minutos, es un documental hipnótico, un ejercicio de prestidigitación cinematográfica dedicado a retratar con detalle el trabajo aparentemente absurdo de una comunidad de los arrabales de una ciudad portuguesa dedicada a una tarea invisible y secreta: la captura de pinzones para educarlos posteriormente en cantos antiguos que recuperan de viejas grabaciones, o que recomponen pacientemente en rudimentarios equipos informáticos. Una tarea a la que dedican su vida entera por el mero hecho de practicarla: por la belleza, y no por el rendimiento, por el goce, y no por el dinero, por la memoria, por el tiempo disfrutado, por la poesía, los cantos, los pájaros. Un documental, inserto con total naturalidad en una película que no es ficción, pero tampoco documental, sino un compendio de todo lo posible y lo imposible, que no es solo el retrato de un ejercicio de resistencia, de puesta en práctica de la belleza frente a un mundo azotado por las sombras del paro, la crisis y los recortes, sino un ejemplo de que el cine político puede encontrar caminos insondables. En los pájaros, por ejemplo, que hipnotizan al espectador con sus cantos casi constantes durante 45 minutos, creando ese encantamiento del que habla el título: un espacio de resistencia, un acto de amor por lo mínimo, por aquello que no tiene valor de cambio, no genera plusvalía, no es monetizable, y por tanto, es imposible de recortar o contabilizar. En aquello que además se realiza en colectivo. Como cantaba el movimiento 15M en España, que inauguró una nueva concepción de lo común en la poliica: “Nos quieren en soledad, nos tendrán en común”. Así, la película reivindica lo colectivo, lo grupal, la vivencia en sociedad de que quizás no es real, pero tampoco imaginado. Como el propio Gomes reconocía en una entrevista con Mark Peranson, “In all the film we spend our time trying to organize this battle between the imaginary and reality - what belongs to Portugal, and what belongs to the tale of Scheherazade”. ¿Y a quién le importa la respuesta? Con su equilibrio entre lo documental y lo imaginario, entre los cuentos de Sherezade, a la que vemos cantar, gozar, bailar, huir, beber, amar, y los cuentos extraídos de la realidad de un país al que quería arrasado, en soledad, Gomes entra de lleno en esa categoría que Paul Ward denomina “lo irreal”: “The ‘irreal’ does not simply refer to something that is ‘not real’ but is a distinction between objective reality on the one hand and outright fantasy on the other. The irreal is distinguished from both of these by virtue of being a recognizable reality that does not literally exist in the objective world ‘out there’, but might be said to be (hypothetically) derived from it”. Nos tendrán en común. Encantados. O cantando, contando cuentos, silbando, bailando. Durante mil y una noches.