"If I think about the future of cinema as art, I shiver" (Y. Ozu, 1959)

All the Cities of the North (Dane Komljen)

Monday, 21 November 2016 10:11

Re-naceres

Carlota Moseguí

¿Qué podría unir los proyectos en suelo africano de una compañía constructora yugoslava con la epopeya serbia El Príncipe Marko y Vila, con una ciudad sumergida bajo un lago artificial de Brasil, o con el romance entre dos hombres instalados en un complejo hotelero abandonado? Aparentemente, nada. Y, sin embargo, todo.

 

All the Cities of the North es un patchwork tejido con un material etéreo, que no puede verse, pero sí sentirse de una forma indescriptible. Sus hilos mágicos conectan historias, sensaciones, sueños, e, incluso, citas literarias - de La gravedad y la gracia de Simone Weil - y cinematográficas - diálogos de Pasión de Jean-Luc Godard. El film resulta una suerte de intersección de fragmentos de lo más dispares, misteriosamente unidos por las reflexiones que aportan sobre la relación entre el ser humano y el espacio que ocupa. Según Dane Komljen todo territorio es un lobo para el hombre. Sin embargo, está en nuestras manos transformar ese venenoso y hostil antagonismo en un hermoso (re)nacimiento. Como demuestran cada una de las fábulas expuestas en All the Cities of the North, las últimas gestas heroicas de la Humanidad surgieron durante sus tentativas de (re)inventar, (re)construir y (re)ocupar un lugar.

 

Etimológicamente la palabra ‘utopía’ significa ‘no-lugar’. En su origen, el vocablo implicaba imaginar un espacio que todavía no existía, a una no-imagen y no-semejanza del presente, puesto que el deseo de los utópicos no era otro que mejorar, es decir (re)formular, su presente. Komljen determina que el acto más humano, la acción a través de la cual la Humanidad alcanza un estadio de esplendor y afirmación, es mediante la construcción de ese no-lugar esperanzador, manipulando un espacio ya existente. La ópera prima de Komljen es un espléndido poema de rima libre, cuyo esqueleto de versos y estrofas se basa en la enumeración, e intercalación, de pequeños y grandes episodios - ora reales, ora soñados - en los que la Humanidad decidió (re)generar un microcosmos poblado.

 

Si bien es cierto que el resultado de la (re)edificación de dichos hábitats termina en tragedia en gran parte de las situaciones tratadas por el cineasta-poeta bosnio, Komljen no nos invita a analizar por qué las utopías se convirtieron en distopías. En realidad, el film incide en la misma idea: es el acto de soñar, o desear el (re)nacer, así como defenderlo y estar llevándolo a cabo, aquello que saca la esencia humana de nuestro ser. En este sentido, tampoco debe sorprendernos que la mitad del metraje de All the Cities of the North sean planos de uno de los tres protagonistas masculinos durmiendo, es decir soñando.

 

All the Cities of the North se mueve entre tres narraciones sobre la (re)utilización y (re)invención de un espacio concreto. Por un lado, seguiremos el relato de supervivencia de dos outsiders que luchan por acondicionar un reino indómito, sin toma de agua, ni corriente eléctrica. También descubriremos la desdicha de la ciudad de Villa Amaury, que fue construida voluntariamente por los mismos albañiles (sin conocimientos de teoría urbanística) que estaban edificando Brasilia a pocos metros, y que los arquitectos-jefes de Brasilia decidieron hundirla en un largo artificial cual castigo, como ya ilustró Komljen en su cortometraje anterior All Still Orbit. Además, conoceremos los sucesos que protagonizaron los habitantes de los suburbios que rodeaban el edificio de la Lagos International Trade Fair de Nigeria, cuando se apropiaron de ese pabellón (que pretendía simbolizar el crecimiento económico del país) en vistas de que el milagro nunca sucedería. Asimismo, en medio de esta confluencia de batallas y metáforas sobre la Humanidad (re)inventándose, aparecerá Dane Komljen en escena, filmando a los amantes de la trama principal. En ese momento, All the Cities of the North deviene un inestimable artefacto metacinematográfico, que le recuerda al espectador que el cine es mágico, y, gracias a él, también (re)nacemos, (re)construimos y nos (re)inventamos a diario.

 

 

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